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Las actividades agropecuarias ante la pandemia de COVID19

Un evento aleatorio como lo es la recombinación genética de un virus nos ha recordado de manera muy abrupta y lamentable, que los seres humanos somos sólo una especie más de las miles que cohabitamos en el planeta, y que por tanto somos parte de una permanente carrera evolutiva en la que la interacción con otras especies tiene consecuencias, positivas o negativas, pero como buena interacción, no pasa desapercibida. Entre las interacciones que han impactado enormemente a la humanidad, están todas aquellas que llevaron a la domesticación de plantas y animales. Quizás en un principio de manera inconsciente, pero luego de forma cada vez más consciente, el ser humano transforma radicalmente su forma de obtener alimentos y pasa de ser cazador y recolector a ser agricultor gracias a su irrupción sobre la evolución natural de muchas especies que derivaron en las especies cultivadas y criadas de las cuales hoy se obtiene la inmensa mayoría de alimentos. Esta interacción, positiva para el ser humano, no sólo transforma la manera de obtener alimentos, también transforma la manera en que la humanidad se va organizando, tomando prevalencia la concentración de seres humanos en las cercanías de estos centros productivos de alimentos.

 

De esta forma se va moldeando lo que es el concepto de ciudad, en la cual se concentran muchas personas que no producen alimentos, pero los consiguen en lugares destinados a su distribución. Es así como se fue formando toda una red logística que permite que los habitantes de las ciudades puedan alimentarse. En estas ciudades el grado de confort es mucho mayor que en el campo, y al no tener que invertir cerca del 100% de su tiempo en buscar alimento como lo hacen los cazadores y recolectores, ni tampoco la mayoría de su tiempo en tener que producir alimento para sí y su familia, se tiene la posibilidad de pensar en otros aspectos que han derivado en un conocimiento profundo de la naturaleza, de sus interacciones y del propio organismo humano… bajo los conceptos que Maslow propuso en 1943, el ser humano pudo pasar de la ocupación de su tiempo en el nivel basal de la pirámide que él propone, hasta el nivel superior de la autorrealización, nivel en el cual tiene la capacidad (y el tiempo) de resolver problemas.

 

A través de los siglos, gracias a la existencia de las actividades agropecuarias y de toda su red logística, el ser humano se fue dando tiempo para entenderse a sí mismo en varios ámbitos, entre ellos fue desarrollando lo concerniente a su propia salud. Entonces gracias a investigaciones, descubrimientos y aplicaciones de ese conocimiento ha llegado al grado que hoy se tiene, y del cual debemos estar orgullosos como especie: se ha logrado cambiar los designios evolutivos y razones biológicas que en un pasado acababan con la vida de decenas, centenas, miles y millones de vidas humanas, a una situación distinta en la cual con la vacunación y con la aplicación de antibióticos han logrado minimizar su efecto … pero eso no puede hacernos olvidar que seguimos en la carrera evolutiva, y SARS – Cov2 nos lo ha recordado de la peor manera; tampoco debemos olvidar que para lograrlo dependemos de un sistema de producción y distribución de alimentos que nos permite seguir adelante en dicha carrera.

 

Nunca en la historia de la humanidad había existido una realidad destructiva global a corto plazo tan palpable. Habíamos tenido amenazas y realidades destructivas geográficamente limitadas. En términos globales quizás las preocupaciones por el cambio climático ha sido lo más cercano que hemos tenido como humanidad para unir esfuerzos en mitigar su impacto. Pero lo que ocurre con SARS – Cov2 es muy distinto, mucho más potente en cuanto a la percepción de destrucción: hoy estoy sano, quizás mañana enfermo y en pocos días me puede destruir. Esa percepción de destrucción en el corto plazo ha orientado una respuesta global como jamás se había dado: el día de hoy usted puede salir a las calles de París, Berlín, Madrid, Londres, Roma, Sídney, Tokio, El Cairo, Ciudad del Cabo, Abuja, Nairobi, y va a conseguir la misma desolación que la que puede conseguir en Bogotá, Caracas, Lima, Quito, Santiago, La Paz, Buenos Aires, Montevideo, Sao Paulo, Ciudad de Panamá, San José de Costa Rica, San Salvador, Tegucigalpa, Managua, Ciudad de Guatemala, Ciudad de México, Nueva York.

 

El miedo o la prudencia, o la mezcla de ambos, han dado una reacción global sin precedentes en la humanidad, reacción derivada del llamado de la ciencia  generado por el conocimiento adquirido de la interacción del ser humano con el virus,  no hubo barreras de religión, ni barreras políticas, ni de raza, ni de género, ni de edad, todos apelamos al instinto de supervivencia y actuamos en consecuencia según lo que la ciencia dictó que es lo más adecuado: vamos a aislarnos… y este aislamiento, esta cuarentena, puede ser efectiva sólo si el sistema de producción de alimentos y su distribución no se detiene. Para todos es algo tan rutinario conseguir alimentos, aun en estas circunstancias, que pareciera que olvidamos a todos esos héroes anónimos que día a día están en el campo esforzándose por generar alimento no sólo para ellos, sino también para las grandes ciudades, olvidamos que ese alimento que se produce debe ser transportado a las ciudades para ser distribuido, olvidamos que las personas que están al frente de los expendios de alimento son seres humanos con los mismos miedos y angustias que nosotros, pero que saben que su papel es fundamental en hacer efectiva la cuarentena.

 

El sistema de producción de alimentos involucrando su logística de distribución, que ha ideado la humanidad ha recibido muchísimos cuestionamientos, algunos de ellos relacionados directamente con la forma de producirlos. Muchos de esos cuestionamientos son valederos, especialmente los que tienen que ver con la sustentabilidad de los procesos, es decir, la producción de alimentos está muy lejos de ser un sistema perfecto que se adecúe a todas las necesidades y exigencias de la humanidad, pero al día de hoy es el que la alimenta en cualquier sistema político que haya sido experimentado. Muchos de los cuestionamientos no son realmente inherentes al sistema de producción de alimentos, sino a las prioridades de investigación, producción y distribución que los distintos sistemas políticos definen.

 

El sector salud es el sector visible en esta carrera biológica que estamos librando contra SARS-Cov2; es el sector que tiene el mayor riesgo, el que ve todos los días, cara a cara, los efectos indeseables de estas partículas virales, el que permitirá en un futuro cercano poder proporcionar a la humanidad la solución definitiva a este gran problema que se nos está presentando, a este escollo inesperado en la evolución de la humanidad. Todo el sector salud en el mundo, desde los que hacen las investigaciones básicas hasta los que atienden directamente a los enfermos,  los que masifican el producto de la investigación aplicada, los que aplican la investigación y los que dictan pautas basadas en esa investigación aplicada, merecen el mayor tributo de parte de la humanidad, gracias a ese sector la humanidad ha superado severas amenazas y en esta pandemia no será distinto, a todos ellos nuestro mayor agradecimiento; pero también es cierto que hay un sector que aun cuando no es del todo evidente para muchos, especialmente en las ciudades, está apoyando de forma épica la carrera que está dando la humanidad para derrotar a SARS-Cov2.

 

Sin el sector de producción de alimentos, esto sería una carrera perdida. Si  se detiene la producción de alimentos es imposible exigir a la humanidad que se mantenga encerrada, la desesperación por la búsqueda de alimentos tendría a todos fuera de sus casas, en un pandemónium donde el contagio de COVID19 pasaría a segundo plano en cuanto a la estabilidad de la humanidad tal como la conocemos, pero ese contagio igualmente seguiría ocurriendo con consecuencias muy negativas. Es decir, el sector de producción de alimentos, y por supuesto el sector de distribución de alimentos, está demostrando ser un pilar esencial en mantener la integridad de la humanidad tal como la conocemos. ¿Cosas que mejorar?, muchísimas. ¿Evidencias que una forma de producir es mejor que otra?, pareciera más bien que la diversidad de sistemas de producción es una de las grandes fortalezas del sistema de producción de alimentos.

 

Por esa razón, así como la humanidad ha estado, está y estará eternamente agradecida a un producto de su creación como lo es el sistema de salud, es necesario también reconocer el gran aporte que el sistema de producción de alimentos ha dado en el mismo sentido. Por todo esto, la humanidad agradece a todos aquellos hombres y mujeres que día a día dedican sus horas de trabajo a mantener y mejorar directa e indirectamente a las actividades agropecuarias, las que producen los alimentos que ingerimos diariamente, las que bajo cualquier circunstancia estarán cumpliendo su papel preponderante en mantener la integridad de la humanidad tal cual la conocemos, las que hacen una labor tan obviamente importante, que muchas veces no se visibiliza su gran esfuerzo.

 

Desde nuestra empresa SofOS,  vaya nuestro mayor reconocimiento a todas aquellas personas, familias, pequeñas, medianas, y  grandes empresas que están comprometidas con la producción de alimentos para la humanidad, desde aquel que obtiene la leche para unas pocas familias, hasta aquel que obtiene decenas de miles de pollo en un día para llevarlos a las grandes ciudades, desde aquel que produce unos pocos kilos de maíz para alimentar a su familia, hasta la empresa que produce miles de toneladas de trigo para hacer el pan con el que se sustenta toda una ciudad, desde el productor frutas para distribuirlas en su comunidad, hasta el que genera grandes cantidades de jugos que son distribuidas en muchas instituciones educativas.  A todos gracias porque cada uno de ustedes son muy importantes en nuestra sociedad. A todos, nuestro agradecimiento, y nuestro apoyo en lo que podamos contribuir con su noble tarea.

 

Por: Hernán Laurentin.